miércoles, 31 de diciembre de 2014

2014

¡Ya es Nochevieja! Y hoy como es costumbre debería unirme a todos los demás y hacer un balance de lo que ha sido este año 2014. El año pasado lo hice varios días antes, no podía contener la emoción, fueron muchas cosas las que ocurrieron el año pasado que tenía que expresarlas todas mes a mes. Sin embargo, este año a pesar de haber sido muchísimo mejor que el anterior pues, la verdad es que han ocurrido muchas cosas -algunas de ellas muy "raras"-, no voy a hacerlo de la misma manera. 
Quería hacer una pequeña entrada de fin de año agradeciendo a todas las personas con las que me he cruzado durante los meses anteriores y que han hecho posible que este 2014 sea maravilloso.
Han sucedido infinidad de cosas buenas, muy muy buenas, pero igualmente también ha habido cosas malas, aunque por suerte y de momento ninguna terrible -de esas se encargará la futura Laura-. He conocido gente que me ha hecho mucho bien, nuevas amistades, varios viajes inolvidables... 

2014 ha sido el año de:

- La Élite y las noches de Foster, Ribs, bolera y coreano; sin olvidar la playa, el tintito, paseos turísticos por Madrid y acantilados, un viaje de una hora para beber horchata, pero sobre todo de taekwondo.
- Mi querida Chupipandi con los de siempre y con los que puedo contar para ir a una celebración, ir a hincharnos al Muerde la Pasta o celebrar un muy divertido Halloween asustando a niños pequeños.
- Los Criminólogos con los que he compartido cenas muuuy muuuy abundantes y momentazos de muchas risas -ya sea en clase, tomando algo o de fiesta-. Y sobre todo el año de la renfe.
- ¡LONDRES! Solo puedo decir eso.
- Dormir en la playa y que al día siguiente me sirvan una horchata caliente con café y azúcar.
- Joderme la rodilla y machacarme los dedos de una patada y con una roca.
- ¡LOS DISFRACES!: he sido demonio kabuki, batman, león, loca, catwoman y duende de Navidad.
- Pasar la noche de Navidad más genial y extraña de mi vida.

Cada día de 2014 he tenido algo que contar y gracias a la gente que me rodea ha sido posible. Me lo he pasado muy bien este año y, como dice un buen amigo mío: lo mejor está por llegar. Así que pasad una buena noche y que tengáis un feliz año 2015.

viernes, 12 de diciembre de 2014

El Muro

Érase una vez una pequeña ciudad en la que construyeron un gigantesco muro de color blanco. Los habitantes de la ciudad se preguntaban cada día desde hacía mucho tiempo, desde que empezaron a construirlo, para qué era aquel muro tan enorme, pero nadie sabía contestar, y poco a poco fueron viendo como iba creciendo ante sus ojos una gran pared de un blanco inmaculado de 500 metros de alto...como mínimo.
Delante del muro había una especie de corredores de piedra, igualmente blanca, que abarcaban de un extremo lateral al otro y por donde parecía que podía pasar una persona.
Llegó el día en el que los ciudadanos por fin vieron la obra acabada: un muro tan alto que parecía llegar al cielo y tan blanco como las nubes que había en él. Ese día, el alcalde de la pequeña ciudad anunció que ese muro serviría para que todos los ciudadanos pudieran escribir en él.
"¿Escribir qué?", preguntó extrañado un hombre.
El alcalde le respondió que en el muro no se debía escribir cualquier cosa, sino que había sido construido con el fin de que todos allí escribieran sus frustraciones, pero no solo eso, sino todo aquello que no les dejara dormir por las noches, que les pesara en sus cabezas, cosas que no les hacían sentirse ni bien, ni felices.
El alcalde fue el primero en escribir y cuando terminó todos los demás le imitaron: cogieron, de unas cajas de cartón, un rotulador de color negro cada uno y se fueron al muro para empezar a escribir. A los lados del muro también habían construido escaleras para subir a cada uno de los corredores anexionados a él, y muy rápidamente el muro estaba plagado de todos los vecinos de la ciudad, cargados con un rotulador negro para dejar allí todo lo que les hacía sentir mal y les perturbaba.
Poco a poco, el día fue pasando y la gente se fue yendo a sus casas cuando el sol comenzó a ponerse y, al llegar la noche, todo estaba tan oscuro que los pocos que aún seguían allí se vieron obligados a marcharse porque no podían continuar escribiendo. 
Los ciudadanos se fueron contentos a sus casas, más libres y felices al dejar todas sus cargas allí, pero algunos seguían teniendo cosas en su interior, así que tenían pensado volver al día siguiente para escribir lo que les quedaba.
Pero cuando llegó el día siguiente y aquellos ciudadanos se pusieron delante del muro se quedaron perplejos al ver que el muro, antes de un blanco impoluto, ahora se había tornado de un color negro demasiado intenso.
Ya no podían escribir en el muro pues no había quedado ni un minúsculo hueco de color blanco en el que cupiese una letra, y no querían escribir sobre lo que otros habían puesto, además de que el negro sobre el negro...
...
Los 500 metros de pared blanca se habían convertido de un día para otro en 500 metros de negro abismo. 


miércoles, 3 de diciembre de 2014

Una noche cualquiera II

Siento una fuerte presión en el pecho que me hace despertar. Abro los ojos como puedo porque aún sigo dormida, intento mantenerme despierta, pero siento que la presión sigue ahí y que los ojos se me cierran. Pasados unos segundos, consigo despejarme y ver que todo está oscuro. He vuelto a soñar con aquella horrible noche en la que atacaron el poblado; era todo tan real, volvía a estar allí con mi madre, con mi padre y mis hermanos. Cuando echaron la puerta abajo y nos sacaron a patadas afuera estaba todo destruido: las casas y los coches incendiados, la gente gritaba, corría y lloraba. Yo también lloraba... Todos los niños vimos como aquellos hombres con metralletas y machetes mataban a nuestros padres delante de nuestros propios ojos... Para después llevarnos con ellos a un lugar lejos de allí.
Respiro hondo, como puedo, un par de veces. Soñar con todo aquello es algo normal, pero sigue dejándome si aliento: "tenía ocho años cuando ocurrió" -pienso-, "y sigo recordándolo como si fuera ayer". 
Han pasado diez años desde aquella noche, y todavía no me acostumbro a dormir entre las paredes de un barracón mal construido y con goteras; me acuesto entre desconocidos y duermo con un ojo abierto por si vienen en la noche para despertarme a golpes y arrastrarme por el suelo para violarme. "Doy gracias, hace tiempo que eso ya no lo hacen conmigo" -me digo, egoísta- "han cogido a otras niñas y oigo sus gritos cada noche; gritos iguales a los míos".
Espero en silencio a calmarme y oigo como algunos hombres pasean por entre los pasillos de camas incómodamente improvisadas. Les escucho hablar del día de mañana y parece que va a ser agotador. Con suerte podré "dormir" unos minutos más: "o podría dormir para siempre" -deseo en voz muy baja; ya no me queda nada por lo que vivir y quiero que esta vida se acabe pronto...

Basado en: 

Testimonio de Nia, una niña soldado de Liberia <https://www.youtube.com/watch?v=RiFey057Hlg