sábado, 28 de junio de 2014

Locos (II)

-Y me di cuenta de que no podía vivir en un mundo lleno de "y si", que era lo que hacía. No podía hacerlo porque no estaba viviendo en realidad. 
-Te centrabas tanto en lo que podía pasar que no vivías el presente.
-Exacto. Sí, exactamente. 
-¿Y cuándo te diste cuenta de eso?
-Lamentablemente, por un suceso desgarrador en mi vida. Pero eso hizo que me replanteara por completo cómo estaba viviendo. El momento en el que no tienes nada, ningún motivo por el que levantarte cada mañana porque te da miedo, te asusta salir a la calle porque "y si me atropella un coche" -exagerando un poco la teoría- aunque realmente llegué a pensar de ese modo. 
-Increíble.
-Nuestra cabeza, nuestra mente es un arma de doble filo. Nos puede hacer sentir bien, ser los amos del mundo, ser las personas más fantásticas y maravillosas que hay sobre la faz de la Tierra. Pero también nos puede hundir en la más absoluta miseria, y pintarnos como el ser más despreciable del mundo.
-¿Y en qué punto de tu vida estás ahora?
-Estoy bien. Estoy en el medio, quizás todavía recuperándome. Pero poco a poco de todo se acaba saliendo.
-Me alegro de que estés en ese punto. Muchas gracias por hacerme esta visita.
-Gracias a ti por llamarme.

"Ambos se despidieron con un fuerte apretón de manos. De una esquina salió un hombre de tez mortecina, vestido con ropas pulcramente limpias y blancas. Tenía ese olor que desprenden ligeramente los útiles médicos, a desinfectante. Agarró del brazo al paciente y se lo llevó por una estrecha puerta que había en el rincón de una de las paredes del estudio del psiquiatra. Este ojeó por última vez su ficha clínica y se paró a contemplar su foto de archivo durante unos segundos.  "El cambio que ha dado es espectacular", pensó el psiquiatra. Después se levantó y se dirigió al archivero metálico para introducir la carpeta con los informes del paciente en su cajón correspondiente, y con un fuerte empujón, lo volvió a cerrar."

viernes, 27 de junio de 2014

Preocupaciones innecesarias

Soy una persona que se preocupa mucho por cualquier cosa. Pienso demasiado, más de lo que debería, en lo que pudiera suceder si se hacen determinadas cosas.

Así no se puede vivir.

No, porque pienso en cosas que hacen que me preocupe. Y la mayoría de las veces no ocurren, por lo que me he preocupado a lo tonto, he perdido el tiempo y, para colmo, me he puesto triste, seria y de mal humor.

#BRICONSEJO. No os preocupéis demasiado por lo que pueda ocurrir. Lo que tenga que pasar, pasará. Es mejor vivir sin preocupaciones innecesarias que amargarse los días pensando en lo que podría suceder y no sucede.


viernes, 20 de junio de 2014

Que será, será...

Llevo bastantes días escribiendo relatos, diálogos y reflexiones -algo que me encanta y que por supuesto seguiré haciendo-; pero hoy voy a cambiar. Hacer todos los días lo mismo cansa y entristece, sobre todo si escribes cosas que dan ganas de tirarte por una ventana para comprobar si planeas o caes a plomo. Entenderéis lo difícil que es para una loca ponerse en la piel de un cuerdo que escribe cosas sobre locos. Agotador.

He visto que en muchas redes sociales aparecen como una especie de test -supongo que serán test porque nunca lo he comprobado- que te dicen qué superhéroe eres, o qué personaje de GOT sería, o incluso, qué color. Y eso me ha dado que pensar -que se me da estupendamente mal-: ¿Tan poco nos conocemos a nosotros mismos que tenemos que dejar que un test de Internet nos diga qué color somos? 

No necesito que un test de forocoches me diga que como villana me parecería a Jafar , que en otra vida fui prisionera de Vlad Tepes y que si fuera un animal sería un bonito cangrejo basándose en mi personalidad. ¿De verdad soy capaz de creerme que sería un cangrejo? Pues vaya personalidad de m**rda...

Los niños pequeños no necesitan preguntas: ellos eligen el personaje que más les gusta y creen que son él. Podríamos cambiar los roles alguna vez, ¿no?
Insto a que reflexionéis sobre vosotros mismos. Si no os conocéis vosotros bien, nadie lo hará mejor. Aunque si no os convence pensar que como superhéroe seríais La Hormiga Atómica, preguntad a alguien que os conozca y os saque de dudas; claro que si me dice que me parezco a Kingpin me gustaría saber por qué -por curiosidad-.

Yo, personalmente, reconozco que como animal sería una cebra que serviría de comida de algún león.

Mientras pensáis todas las cosas que seríais, y como lo del color me pareció muy curioso, aquí tenéis una bonita tabla de colores para que comprobéis cuál seríais. Sin necesidad de test. ¡Totalmente GRATIS!

martes, 17 de junio de 2014

Caperucita o el lobo

"De quien hay que tener miedo no es del lobo, sino de Caperucita"


Preciosa frase, ¿verdad?
Si nos paramos a pensar en ella cobra todo el sentido, o por lo menos todo el sentido que queramos darle.
Ni los buenos son tan buenos ni los malos tan malos como nos los pintan, al fin y al cabo...
En todas las historias hay dos personajes clave: la chica que aparenta pureza, desvalida, que necesita de un caballero andante que la salve; y el malo que se volvió malvado por un motivo que si llega a estudiarse acabas por simpatizar con él, o por lo menos empatizar. 
Pero ella es el villano, acabará siendo el villano, y el papel le irá como anillo al dedo.

Pobre lobo... Trató de comerse a Caperucita por necesidad y al final fue ella quien acabó hincándole el diente a él -y llevando sus pieles-.
A más de una le gustaría entrar en la boca del lobo, bueno, más bien que la boca del lobo entrara en ellas.
¿Quién quiere besar a la rana para que se convierta en príncipe azul que termine siendo el princeso del cuento? Las princesas eligen al malo. Les da más morbo.

¿Y el final real de la historia de Caperucita cuál es?
Después de que el Cazador matara al lobo por ella, Caperucita se soltó la melena con él una y otra y otra vez...en casa de la abuelita :)

lunes, 16 de junio de 2014

Locos (I)

-Creen que estamos locos
-¿Quiénes lo creen?
-Los que están fuera de estas paredes.
-¿Crees que se equivocan?
-No. Pero no somos los únicos que estamos locos. Allí fuera también lo están. El mundo está loco, ¿no cree?
-No me hagas preguntas a mi.
-Porque está loco, como todos los que estamos aquí dentro.
-No, porque el que hace las preguntas soy yo.

"Guardaron silencio durante un largo periodo de tiempo. Había tensión entre ambos, se sintieron como si estuviesen echando un pulso, y el que hablara antes era el que perdía. Pero el psiquiatra no estaba allí para perder el tiempo, y después de meditarlo unos segundos fue quien dio el paso."

-Cambiemos de tema.
-Usted dirá.
-¿Por qué crees que acabaste aquí?
-Me hace esa pregunta todos los días.
-Y todos los días me das una respuesta distinta.
-Acabé aquí por estar loco.
-Ayer me dijiste que acabaste aquí por estar cuerdo.
-¿Qué diferencia hay?
-Bastante.
-Ni los locos están tan locos, ni los cuerdos están tan cuerdos.
-¿Y tú cómo estás?
-Volvemos al tema de antes. Yo estoy aquí dentro porque me consideran "inestable", o en otras palabras, loco. Pero le repito que todos lo estamos, hay momentos de locura y momentos de cordura. El problema realmente llega cuando esa locura o cordura es desmedida. Cuando desborda y se pasa de los límites establecidos por esta sociedad de cuerdos y locos estables. En ese caso, te encierran en un sitio como este. Pero créame cuando le digo que hay más tarados fuera de estos muros que dentro.
-Me acabas de dar la clave.
-Era lo que quería. Acabé aquí por estar demasiado cuerdo, pero también por estar demasiado loco. Y no me supe controlar.
-Muy bien. Creo que es suficiente por hoy. Gracias por venir.
-Fue usted quien me llamó, yo no hubiese venido por voluntad propia.

"Y aquellas palabras resonaron por todo el estudio mientras el ayudante se llevaba al paciente de la sala. El psiquiatra miró su historial y rellenó el formulario de aquel día respecto al hombre que acababa de abandonar la habitación. "No saldrá de aquí nunca con ese pensamiento", se dijo el psiquiatra en voz baja, pero en realidad sabía que ese hombre no estaba tan equivocado en su razonamiento: "Nadie se salva de rebasar los límites."."

jueves, 12 de junio de 2014

Madrid

Eres preciosa, con tus luces y tus sombras. 
Da igual el momento, da igual el lugar: en cada estación te tornas más bella. Tus inviernos gélidos, que nos hacen buscar el calor de las gentes; y tus veranos abrasadores que nos conceden la voluntad de permanecer en soledad.

Eres cambiante, eres voluble. 
Te adaptas a los tiempos, pero te mantienes clásica. Me enamora como eres, cada parte aireada, cada escondite de ti: desde el edificio más grandioso hasta los restos del muro que guardaban la ciudad, desde la calle más transitada hasta el callejón más apartado, desde la plaza más concurrida, escenario de mil historias, hasta aquel rincón por el que se pasa sin saber y guarda tan solo unas pocas.

Eres misteriosa y eres mágica en cada amanecer. 
Cuando la noche se vuelve más oscura y los cantos ya resuenan en cualquier esquina. El sol comienza a despuntar por el horizonte y a bañar con su luz lentamente los edificios que te coronan. El cielo comienza a clarear el Este con ternura, no quiere despertar a la ciudad tan pronto. Pero poco a poco lo va haciendo y tú te vas levantando. Y entonces, ellos se callan y dan paso al rumor de la ciudad, al movimiento del gentío, al bullicio que se siente por donde quiera que se vaya.



El que te ve y te visita, el que te conoce y te entiende, sabe que enamoras.


MADRID

miércoles, 11 de junio de 2014

Teoría y práctica

Creemos que por aprendernos la teoría, la práctica se nos va a dar de muerte.
Pero no es tan sencillo...


La teoría te orienta en el camino y la práctica te hace alcanzar el destino.

martes, 3 de junio de 2014

Un pequeño toque

Quién podía imaginar que aquel momento duraría tanto.
Segundos que parecieron horas, y ojalá se hubieran transformado en días, en meses...en años. 
Lo único que podía hacer era recordarlo para siempre, ese pequeño instante. 
Cuando ella le acarició por primera vez la mano, y su aterciopelada piel recorría el brazo arriba y abajo. Sentía el bello erizarse bajo esa caricia tan tierna. El calor de sus mejillas cuando sus labios la rozaron, y vio la sangre amontonarse dulcemente en ellas haciéndola sonrojarse muy despacio. Solo podía mirarla a los ojos, a aquellos ojos cálidos que expresaban solo sentimientos amables y buenos. Una mirada, una bonita mirada de sus ojos verdes, perfilada por aquellas pestañas oscuras. Sus ojos grandes iluminaban su rostro. Sus  pecas manchaban ligeramente su cara, empezando por la nariz y difuminándose a ambos lados de su redonda faz. Bajó los ojos y contempló sus labios, muy finos, dibujando una coqueta sonrisa, casi imperceptible. Sabía que sonreía no porque su boca perfilara una ligera mueca de felicidad, sino porque sus ojos estallaban en ese sentimiento. Realmente sus ojos lo expresaban todo, le daban sentido a todo.
Dejó de tocar su brazo para dirigir la mano hacia su pelo, hacia sus perfectos tirabuzones que caían en cascada por su espalda y su pecho. Su largo cabello anaranjado resplandecía con la luz que iluminaba la habitación, lo que la hacía parecer aun más preciosa -si se podía-. Lo recorrió lentamente, un dedo por cada mechón que pasaba por su mano, desenvolviendo los rizos que volvían a recuperar su forma natural. Mientras, no podía parar de mirarla a los ojos. Esa complicidad que sentía con ella no la había sentido con ninguna otra chica. Encontrar a alguien tan especial le había resultado muy difícil, pero la espera había valido la pena.
Rozó su nariz con la de ella muy despacio, con calma y ternura, un pequeño toque. Y después bajó la cara para que ambos labios se acariciaran con suavidad. Sonrieron a la par bajo ese beso, con una sincronía que no se esperaban.
Ese primer beso hizo que el mundo se detuviera para Samantha, que no pudo evitar pensar en lo feliz que se sentía de haberla encontrado.


lunes, 2 de junio de 2014

El pensamiento de un recuerdo

Hay tristeza en sus ojos. La miro y allí está, contemplando el enorme ventanal totalmente callada. Veo que su respiración forma un pequeño halo de vaho en el cristal. Está destrozada, lo sé. Contempla a la gente pasear por la calle, las familias felices que llevan a sus hijos a ver las luces de Navidad, el árbol decorado de la plaza…, las jóvenes parejas agarradas de la mano celebrando su amor juntos en estas fechas, los ancianos paseando con alegría bien abrigados protegiéndose del frío invierno que les cae encima en forma de copos blancos de nieve. Y ella allí, no se lo merece. Ella quiere salir y sin embargo no puede, o no quiere. Necesita sentir a la gente, necesita sentir de nuevo la felicidad, pero la felicidad para ella hace muchos años que se le escapó, y ya no la busca. Me entristece que se quede allí quieta, mientras mira absorta de la realidad las caras de los desconocidos, y sin embargo no les mira a ellos, no mira a nadie. En el fondo sé que está pensando, en el hoy, en el mañana…en el ayer. Y yo no quiero eso para ella, yo quiero que salga, que viva por ella, por mí. Que salga de la habitación, que vuelva a buscar la felicidad y que la encuentre. Recuerdo cuando ambos lo hacíamos. Recuerdo, como si ya fuera muy vago todo, su sonrisa en la cara. Hace tiempo que no la veo sonreír. Que no veo a esa chica risueña. Ahora solo existe la palidez de su cara, la conformidad, la tristeza en su rostro. Ha perdido peso pero se la ve hinchada. Está tan sola allí en la ventana, pero si la digo algo no me va a escuchar. Quiero que venga conmigo, quiero abrazarla. Hace mucho que no la abrazo como antes, que no le beso la mejilla. Está triste y no lo quiero para ella. La observo llorar silenciosamente. Las tímidas lágrimas le brotan con cuidado de los ojos y le desbordan para recorrerle la cara. Y los surcos que dejan… ya las lágrimas recorren siempre el mismo camino de las veces que lo ha hecho. La quiero tanto que no soporto verla así. Alargo los brazos para que venga conmigo, pero ella me ignora, sigue mirando por la ventana. Creo que no quiere que la vea así, pero ya lo hago, sé cuánto llora desde hace mucho tiempo. Bajo la cabeza al mismo tiempo que los brazos. Quiero que me abrace, parece  tan sola en la ventana. Parece que va a girarse, y quiero mirar hacia otro lado para que no vea que la he estado observando. Se vuelve hacia mí, pero su mirada me traspasa. Ahora la observo y vuelvo a alargar los brazos y me sonríe. ¡Me está sonriendo! Es la primera vez después de mucho tiempo. Me mira con ternura, le vuelvo a ver otro sentimiento en el rostro que no es dolor y me alegro por ella. Muevo las manos para que venga hacia mí, y entonces avanza decidida. Rompe a llorar, sus lágrimas caen al suelo y viene corriendo hacia donde estoy yo y… no me ve. Me giro sorprendido, buscándola por la habitación, y entonces la encuentro agarrada a una foto de nosotros, echada en el suelo, rota de dolor, llorando a mares. Me acerco a ella, y quiero tocarla, pero recuerdo…que ya no podré hacer eso nunca más. Que la he perdido, que ahora soy solamente... La quiero tanto. Me quiere tanto todavía. No puedo olvidarla, es mi alma. Deseo tanto abrazarla de nuevo. Acariciarle el pelo, las mejillas. No me creo que haya pasado tanto y que todavía me quiera tanto como yo a ella, no puedo verla así. Quiero que sonría, pero no mirando mi foto, eso no. Quiero su felicidad entera, para ella, solo para ella. 


"Que tu felicidad no dependa de nadie..."
"Salvo de ti mismo."