Bueno, bueno. Ya estamos de vuelta después de una gran semana de vacaciones. El destino: ¡LONDRES!
La experiencia ha sido...interesante. Y sí, os voy a aburrir un poco y os voy a contar de qué me ha servido ir allí.
Comenzando por el principio...
-Porque comenzar por el final queda un poco raro.
Ya empezamos. En fin.
Tras un vuelo corto pero intenso -podría decirse que era la primera vez que montaba en avión porque en realidad, la primera vez fue hace eones y apenas la recuerdo-, he descubierto que me aterran los despegues; y una vez fuera de peligro y a salvo en tierras lejanas, lo primero de lo que me doy cuenta es que en Londres no hay ingleses, todos son indios.
Llegamos allí muy pronto, por lo que tuvimos toda la mañana para movernos por el centro de la ciudad. Muchísima gente, por todos lados, es como estar por el centro de Madrid en Navidades todo el tiempo; muy agobiante. A eso súmale que...¡conducen al revés! Un caos. ¡Qué caos de ciudad! Tengo la impresión de que conducen como locos, un capítulo de Mr. Bean conduciendo constantemente. Allí lo más normal es que la gente muera atropellada por algún taxi gigante o un autobús de dos pisos.
Como es lógico, teníamos que ir a un Burger King a comer y, sobre todo, beber los trescientos mil tipos de bebidas que tienen allí: Fanta de limón, de mango, de cereza, Coca-Cola de vainilla, de naranja, con lima, Dr. Pepper, Powerade de fresa, de frutos... y muchos más.
El segundo día comenzamos a ver monumentos, los típicos monumentos: la Abadía de Westminster, the Big Ben, el palacio de Buckingham, the London Eye, the Monument, la catedral de St. Paul, the Tower Bridge, la Torre de Londres... Conclusión: me parecieron muy pequeños, por lo menos algunos de ellos. Yo creí que el Big Ben era muchísimo más alto y en realidad no, me gustó más el Parlamento en sí. El palacio de Buckingham...más de lo mismo; el Palacio Real de Madrid es muchísimo más grande. The Tower Bridge lo recorrimos cinco veces y las cinco me pareció igual de chato. Quizás sea cosa mía, pero en edificios...andaban escasos de material cuando los hicieron. Eso sí, los parques preciosos, tienen muchísimos y me encantaron.
Por cierto, ¡tienen cuervos! En Madrid no hay cuervos, hay urracas, y nunca había visto uno hasta la semana pasada. ¡Qué grandes son! Y las ardillas son monísimas, y los pajaritos unos ladrones. El tercer día fuimos a King's Cross, a Candem y al Zoo. Del Zoo me encantó un apartado que tienen solo de mariposas, precioso porque se te posan encima y puedes tocarlas, es increíble.
El cuarto día...bueno. Asombroso. Y hasta aquí puedo leer.
El quinto día visitamos museos...que me parecieron mucho más caóticos que cualquier otra cosa. ¡Cómo los niños pueden estar a día de hoy todavía en el colegio! Que crueldad... También fuimos a Harrods y vimos el monumento egipcio a Dodi y Di.
El sexto día antes de tomar el avión de vuelta a mis Madriles comimos un típico desayuno inglés compuesto por salchichas, bacon, huevo a la plancha, medio tomate a la plancha, champiñones, dos rebanadas de pan con mantequilla, judías y un café. Después de desayunar eso puedo decir que soy indestructible.
De toda la experiencia puedo sacar varias cosas en claro:
-->No es bueno formarse grandes expectativas de un lugar -ni de nada en general- porque si te decepcionan pues...acabas desilusionada.
-->Londres es una ciudad extremadamente cara y me he llevado una impresión, quizás no muy buena de los ingleses por todo el "lujo" que les rodea. Es decir, los coches que tienen son inmensamente caros; en una misma calle podías encontrarte aparcados 2 BMW, 5 Mercedes, 2 Maserati y 1 Aston Martin. Mientras que conduciendo he llegado a ver 2 Rolls Royce en un mismo día y 1 Lamborgini. Excesivo...
-->Un punto a favor para ellos, y digo ELLOS porque es solo por los hombres, es que son más simpáticos y educados que las mujeres. Las mujeres son unas rancias.
-->Y otro punto para ellos es que LLEVAN TRAJE. ¡Y como les sienta de bien! Aquí también deberíais llevar traje los chicos. ¡Ganaríamos todos!
-->Ahora un punto para ellas: hacéis unas magdalenas y unos pasteles increíblemente deliciosos.
-->Algo que no me ha gustado es que no hay un puñetero cartel en castellano. Pienso que, por lo menos, en los lugares de más tránsito turístico, que menos que poner algún cartelito con más idiomas aparte del inglés. Como hay aquí, como hay en París, como hay en Roma... Allí no, allí todo en inglés.
-->La gente sale mucho a correr, lo que es genial. Me parece estupendo y lo aplaudo.
-->Son hiper patrióticos. Tienen un cariño, un amor y un respeto a la monarquía, a la reina y al país en general impresionantes.
-->El metro es horrible, y en hora punta muchísimo peor. Apenas hay espacio y tienen razón al llamarle "tubo". Ya podrían cambiarle la formita, los altos se comen el techo. ¡Adoro el metro de Madrid!
Y creo que ya. Ese podría ser un buen resumen de mi viaje a Londres. Me ha servido para desconectar de todo. No he echado de menos ni nada ni a nadie. De vez en cuando viene bien hacer escapaditas, ya no solo en verano, durante todo el año. La cantidad de estrés que se puede acumular en el cuerpo es muy grande, y mejor despacharla pronto a verse en el futuro con cuatro infartos.
¡A relajarse todos!