Siento una fuerte presión en el pecho que me hace despertar. Abro los ojos como puedo porque aún sigo dormida, intento mantenerme despierta, pero siento que la presión sigue ahí y que los ojos se me cierran. Pasados unos segundos, consigo despejarme y ver que todo está oscuro. Levanto la cabeza de la almohada pero apenas puedo distinguir las dimensiones de mi habitación. La presión continúa; levanto las manos para tocarme el pecho y noto el pelo de mi gato gordo. Está durmiendo plácidamente sobre mi, pero no creo que sepa que ya no es ni tan pequeño ni tan delgado como cuando le cogimos y que ahora pesa más que una bolsa con comida. Le acaricio la cabeza mientras recuesto la mía; al rato noto que tengo la boca muy seca y que necesito agua. Cojo el teléfono móvil con la mano que tengo libre y veo que son las seis de la mañana: ¡Puff! -resoplo-, "es demasiado temprano. Todavía me quedan horas por levantarme".
Decido ponerme en pie para ir a la cocina y beber un poco de agua. Camino a oscuras por la habitación, pero una vez en el pasillo enciendo las luces para no chocarme con ninguno de los jarrones decorativos de mi madre, que cuestan bien caros. Bajo las escaleras con cuidado de no caerme y llego a la planta de abajo donde están el salón, la cocina y el despacho de papá al que no quiere que entre nadie.
Una vez en la cocina, abro la nevera y veo que esta a rebosar de comida: "Mañana me haré un buen desayuno" -pienso. Pero yo ahora quiero agua y no veo que esté por ninguna parte: "Ahora tendré que cogerla del estúpido grifo". Estoy enfadada porque mis padres no se hayan acordado de meter agua fría en la nevera. Hago ruido al coger el vaso, el agua y al beber, y cuando lo dejo veo que se ha hecho una fina grieta en la base de cristal.
Voy apagando luces según vuelvo hacia mi habitación: voy por el pasillo, subo las escaleras, camino por el otro pasillo y llego a mi habitación, todavía a oscuras. Me meto en mi enorme cama de un salto y me adentro entre las sábanas. Noto que mi querida y mimada bola de pelo sube conmigo a la cama. Las mantas han guardado el calor y siento que voy a seguir durmiendo muy a gusto.